Si no somos capaces de ver el sexismo que nos rodea, jamás seremos plenamente conscientes de la verdadera necesidad de un cambio coeducativo. Cuanta más formación imparto, más cuenta me doy de que a veces estamos tan motivadas por provocar el cambio coeducativo en nuestro entorno, que nos cegamos ante los signos de sexismo que hay a nuestro alrededor. A veces, esa fe ciega en que adoptamos la actitud correcta, esa confianza plena en nuestro buen hacer frente al cambio, no nos permite ver lo que tenemos delante y en ocasiones se nos escapan mensajes subliminales sexistas que llegan incluso a ser peligrosos. Pongo una imagen extraída de un centro cualquiera:

1. «El hombre» como equivalente genérico de «ser humano». 2. No todos los hombres que leen son buenos ni de fiar.

Este cartel estaba situado en la escalera del hall que nos llevaba a la primera planta del centro, en donde se encontraban algunas aulas de Primaria y la Biblioteca. A estas alturas de la película, no podemos bajo ningún concepto utilizar «el hombre» como masculino genérico que representa a toda la humanidad –máxime cuando ya sabemos que «nuestro hombre imaginario» es un hombre hegemónico–.

Además, por mucho que la lectura como hábito y modelo presupone a quien la practica una persona instruida, esto no es en absoluto indicio de que un hombre sea fiable o digno de que se piense bien de él. No al menos en sí misma, per sé. Tampoco quiere decir lo contrario; no obstante, aún hoy no conviene transmitir a nuestra infancia que los hombres que leen son buenos hombres por el mero hecho de leer. Digamos que la bondad, la dignidad o la humanidad no las aporta la lectura, no son características intrínsecas de quien lee.

Así pues, cuidemos esos mensajes subliminales a los que sometemos a diario a nuestra infancia y tomemos la responsabilidad proactiva del cambio coeducativo: si no somos capaces de ver lo que tenemos delante, difícilmente podremos generar un cambio coeducativo real y efectivo.

#CoeducaciónPermanenteNoRevisable