Estoy haciendo un maravilloso curso online que recomiendo a todas y a todos a través de AEGI (Asociación Estudios de Género para la Igualdad). El curso se llama «Formadora de formadoras en Igualdad de Género». Nos meten una caña impresionante, pero por fin encuentro un curso en el que aprendo.

En el tema de esta semana (El lenguaje sexista) nos sueltan así, sin anestesia ni alcohol, este completísimo artículo de Pérez-Reverte: La Osadía de la Ignorancia, un título que define muy bien la imagen que proyecta de sí mismo. Son tan solo 4 párrafos, no se lo pierdan para que conozcan a fondo a este sujeto.

Y digo yo…

  • Feministas contumaces.
  • Luego no se fumó un puro, supongo, porque lo de fumar no es políticamente correcto. Pero da igual.
  • Simpleza del argumento.
  • La osada creación, por cuenta y riesgo de la señora Ruiz, del verbo «invisibilizar»
  • La estupidez aliada con la ignorancia tienen huevos para todo, y valga la metáfora machista
  • (Esta va entera, porque no tiene desperdicio) La RAE tampoco es La Moncloa, donde bastan unos chillidos histéricos en el momento oportuno para que el presidente del Gobierno y el ministro de Justicia cambien, en alarde de demagogia oportunista, el título de una ley de violencia contra la mujer o de violencia doméstica por esa idiotez de violencia de género sin que se les caiga la cara de vergüenza.
  • Ningún imbécil analfabeto -o analfabeta.

No sé si me he dejado algún insulto en el tintero de este ser animado. Creo que no. Desde luego, si esta clase de individuo es la que representa la Real Academia Española, ¿qué pretendemos? Un sujeto que habla de “simpleza de argumentos” (refiriéndose a los de la Sra. Ruiz) cuando el suyo propio está basado en el insulto. ¿Acaso puede haber algo más simple y más basto que un académico de la RAE sentando sus argumentos sobre los cimientos del insulto? Alguien que considera “osada” la creación de un nuevo término como “invisibilizar” (hecho por analogía: visible/visiblizar, invisible/invisibilizar), ¿merece la categoría de académico? ¿Cómo osa este señor permanecer en una institución que – como él mismo dice – está expuesta a los procesos culturales que se dan en la sociedad? No cambiará de la noche a la mañana, pero cambia. Es un hecho.

¿Feministas radicales? ¿No era él quien exigía economía del lenguaje? No entiendo otra manera de ser feminista. Para serlo hay que ser radical: o se es o no se es.

¿Contumaces? ¿Y cuál es el error, luchar por terminar con esta sociedad machista y patriarcal y por tener los mismos derechos que ellos? ¿O tal vez el error es querer que se nos nombre? A contumacia fácil me saben sus palabras.

Estúpida, imbécil, analfabeta…¡cuánta elegancia! Pero la perla está aún por llegar.

¿Valga la metáfora machista? ¿¿Por esa idiotez de violencia de género?? No doy crédito a lo que leo. Me provoca hasta vergüenza ajena. ¿Nadie le ha enviado por correo la excelentísima definición de “machismo” que promulga su majestad el DRAE? ¿Cómo es posible que atente con semejante desfachatez y de esta manera tan espeluznante contra las mujeres y contra la violencia que hombres como él ejercen sobre ellas? Si esta persona aún está en la Academia, entonces me empiezan a encajar las piezas.

La lengua española, desde Homero, Séneca o Ben Cuzmán hasta Cela y Delibes, pasando por Berceo, Cervantes, Quevedo o Valle Inclán, no es algo que se improvise o se cambie en cuatro años, sino un largo proceso cultural cuajado durante siglos […] Me abruma tanta representación femenina…¿o debería decir mejor que me repugna tanto puro y tanta peste a humo? La exhibición de tanto plumero no puede ser positivo. Ya me imagino para lo que se reunirán ellos, estoy viendo esas agendas: mofarse de las imbecilidades de las simples y llanas víctimas de género, asegurarse de la conservación del machismo y afianzarse unos a otros su calidad de todopoderosos.

No tengo palabras para expresar lo que semejante personaje me inspira. Rabia, rechazo, impotencia, aversión, fuerza, coraje, sororidad, y ganas de luchar. Muchas ganas de luchar.