Hace dos fines de semana, en unas jornadas de Violencia de Género celebradas en la UNED, se habló de género. Un tema difícil, delicado y arduo de abordar.
En Educación supone todo un reto. Un concepto que ni siquiera los adultos tienen claro complica aún más su aprendizaje.
La repercusión que tiene el género en nuestras vidas cotidianas es tan grande y, en ocasiones, tan demoledora y destructiva, que no debemos pasarlo por alto. El género está estrechamente relacionado con el machismo y el sexismo.
El pasado viernes caí por casualidad en una ponencia de Alejandra, una mujer transexual mejicana que dio una charla “Trans” en Algarabía (la asociación LGTB de Tenerife). Comenzamos con las presentaciones y cada cual expresó qué es el género para sí mism@. Reflejo aquí algunas de las respuestas que más me gustaron, y añado la mía.
– Es un invento que te esclaviza.
– Es una construcción social.
– Es algo que te hace daño y condena.
– Es algo abstracto, que está en tu mente.
– Es cómo cada un@ se siente. Hay tantos géneros como personas.
– Yo: Es una mochila cultural muy pesada que desvía tu columna vertebral y te va discapacitando con el tiempo.
Hago un experimento con mis alumnos de 2ºA. Les pregunto qué es el género para cada un@ de ell@s. Solo uno me dice algo así como “hombre o mujer”. Intenté explicarle que mejor habláramos de “masculino y femenino” para que les fuera más fácil verlo. Y les pedí que me dijeran rasgos de uno y otro género. Empezaron por lo básico: “pelo largo, pendientes, faldas” (femenino); “pelo corto, pantalones, barba” (masculino). Al final les demostré cómo todo es cultural y cómo ningún rasgo de los que dijeron era puramente masculino o femenino. Inevitablemente, la sociedad cambia y, con ella, las normas, las costumbres y la propia cultura.
Las personas que no proyectan la imagen femenina o masculina que la sociedad espera (según seas mujer u hombre, respectivamente) están condenadas. Quienes juegan con el género, lo alteran o lo mezclan, son cruelmente juzgadas. Como siempre, molestan, incordian, fastidian… Por el simple hecho de existir.
Las personas transexuales, transgéneras e intersexuales son las principales víctimas de lo que cuento. Las que más sufren este hecho. Las más estigmatizadas.
Cuando conocemos a alguien es aterrador cómo presuponemos todo: sexo, género, práctica sexual y deseo. No dejamos nada al azar. Lo primero que preguntamos a una mujer embarazada es “¿Niña o niño?” (sí, ya lo sé, lo formulamos al revés; pero reivindico). Lo primero que preguntamos cuando alguien da a luz es “¿Niña o niño?”.
¿Y luego qué? Pues luego nos creamos las expectativas de esa criatura. La marcamos, la señalamos, la situamos en la casilla que le corresponde.
Cuanto más estudio el género, más absurdo me resulta el comportamiento humano. Cuanto más conozco este invento, más esclavizada veo a la sociedad entera. Me resulta tan estúpido como hacer toda una división social según se tenga el lóbulo de la oreja pegado o no. ¿Se imaginan? Los que tengan el lóbulo de la oreja pegado cobrarán más por hacer el mismo trabajo que los que tienen el lóbulo despegado. Est@s últim@s cuidarán de l@s hij@s. En el carnet de identidad, allí donde dice “género” pondrá: LP (lóbulo pegado) o LD (lóbulo despegado). Cuando nos encontremos con una mujer embarazada por la calle o cuando alguien dé a luz, nuestra primera pregunta será: “¿LP o LD?”.
¿No les parece ridículo? Pues yo no dejo de darle vueltas al porqué aún cargamos en nuestros DNI una casilla que pone “sexo”. ¿Qué más da? Y, sin embargo, hace daño, discrimina, esclaviza, condena.
Les recomiendo la interesante lectura de «Deshacer el género», de Judith Butler.
Es una tremenda realidad que la mayoría de la población ignora… Me gusta el absurdo del lóbulo pegado. Porque ejemplariza a la perfección la segregación de la sociedad por ese género que deberíamos aniquilar. Felicidades una vez más por compartir estas reflexiones tan necesarias. Un abrazo grande pero sin género de dudas.
Kika, leo tus post porque me gustan y porque intento comprender esto de las «revindicaciones». Nunca dejo de pensar, y valorar muy positivamente, que gracias a personas como tu, muchas personas estamos como estamos, aunque falte todavía un largo recorrido por hacer.
Dicho esto, es obvio que no entiendo mucho esto de «deshacer el género». De las respuestas que pones yo me quedaría con : «…Es cómo cada un@ se siente. Hay tantos géneros como personas…».
Pienso que las personas somos al nacer, en principio y físicamente, hombres o mujeres. Dentro de esto, cuado nos vamos haciendo mayores yo añadiría otros «subgéneros» que no por ser «sub» signifiquen MENOS, como ser homosexuales, trans, hermafroditas, bi, intra o lo que sea.
Pero por mucho que se quiera, y hablando de niñ@s (no de adolescentes y mucho menos de adultos) se tiene que educar a partir de un género para no descalabrar la incipiente identidad de una persona. Es decir, si yo tengo un varoncito ¿estararía bien que lo vistiera de niña con su faldita o vestidito ,sus pololos y lacitos en el pelo?, ¿no estaría haciéndole un lío mental al verse distinto, y en muchos casos el hazmerreir, a los demás niños de su clase?.
Pienso, siempre hablando de niñ@s, que un adulto no puede inmiscuirse en este tema de la “identidad”, esta ya la van descubriendo ellos solitos y lo único que nos queda a los adultos es, cuando se van haciendo mayores, respetar absolutamente la identidad que ellos tengan, quieran o necesiten escoger. En este campo (en el de los adultos) es cuando yo considero que hay que trabajar duro: meter en algunas molleras que cada uno es como es y que todas las opciones son respetables.
Como bien dices: “…ningún rasgo de los que dijeron era puramente masculino o femenino. Inevitablemente, la sociedad cambia y, con ella, las normas, las costumbres y la propia cultura…”. Y en esto yo si percibo que la sociedad ha cambiado y que hay más “permisividad”.. Hoy día creo que a pocas personas les extraña que los niños jueguen a las cocinitas o que las niñas prefieran las batallitas o el balón de fútbol, al menos en el mundo en que me muevo. Por poner un ejemplo estas navidades le pregunté a uno de mis hijos (varón) qué quería que le comprase a su hijo de tres años y me dijo que le encantaría una cocina porque ve a sus padres cocinando y le encanta trastear. Así que me fui a Málaga cargada con una embalada y enooorrrrme cocina con todos sus accesorios.
Por último decir que no todo el mundo es igual y que hay muchas mentes que abrir desde la infancia para que esas mentes, ya adultas, respeten y acepten normalmente que cada uno sea y actúe como quiera.
Hola, ISA! Disculpa que no haya publicado antes tu comentario, pero por alguna razón que desconozco cayó en el Spam. A partir de ahora ya puedes comentar directamente. En primer lugar, te agradezco mucho que sigas estando ahí en este nuevo espacio. Tus comentarios siempre me han gustado. Desde luego, aún nos queda un largo recorrido por hacer.
De todas las definiciones que puse, la que tú escogiste es – desde mi punto de vista, claro – la única que roza la utopía hoy por hoy. Sería el ideal al que deberíamos llegar con el tiempo. Pero si ya cuesta salir del binomio “masculino/femenino”, imagínate añadir tantos géneros como personas. El resto de definiciones son las que se acercan a la realidad que vivimos.
Explicarte en un comentario (ni siquiera en un post) lo que viene a ser “deshacer el género” es un reto al que no sé si soy capaz de enfrentarme! :-/ Desde luego, al nacer somos, aparentemente, hombres o mujeres. Pero solo aparentemente, y no debería suponerse nada más que una mera apariencia. Y tú me dirás, ¿y cómo quieres que simplemente me tome el sexo de mi hij@ o niet@ como algo que es aparentemente? Pues el hecho que realmente lo puedas ver insólito y te cueste es un signo de la carga tan grande que le damos al sexo y, por consiguiente, al género de un ser humano. E ignoramos el daño tan atroz que podemos llegar a hacer.
Yo lo único que planteo es ¿qué más da? ¿Por qué le damos tanta importancia, si realmente no la tiene? Y me centro en el género, no en el sexo. Ahí están las mujeres transexuales, intersexuales y transgénero sufriendo por esta categorización hegemónica, a quienes descalabra su identidad.
El género es una mochila cultural que te echan a la espalda nada más nacer. Yo por lo que lucho es por deshacerlo, por que nada sea “de chicos” o “de chicas”, sino que todo sea de todos.
En cuanto al ejemplo del “varoncito”, yo, para empezar, jamás le pondría a una niña “faldita o vestidito, pololos y lacitos en el pelo”, ni, por supuesto, le taladraría las orejas nada más nacer, así que difícilmente puedo responderte. Pero bueno, obviamente, no se trata de ridiculizar a nadie. Tampoco tenemos que salirnos de la sociedad en la que vivimos ni olvidar que vamos al ritmo que vamos. Yo lo único que hago es luchar y no cesar de luchar para que este ritmo social tan lento no se detenga.
De verdad, Isa, que no imaginamos hasta qué punto hacemos daño. Es@s niñ@s de quienes hablamos crecen y se hacen mayores. Y llegan a sufrir muchísimo porque las expectativas de género a las que la sociedad les somete no casan con ell@s. Y esto influye en todo: relaciones sentimentales (familiares, amistades, parejas), infancia, adolescencia, estudios, relaciones laborales…
Por último decirte que ojalá todas las abuelas fueran como tú 🙂 Aunque me consta que hay muchas, así que vamos a hacer justicia y a no ponerlo todo tan negro.
Como tú bien dices, “hay muchas mentes que abrir desde la infancia para que esas mentes, ya adultas, respeten y acepten normalmente que cada uno sea y actúe como quiera”. Me quedo con esta idea que, al fin y al cabo, viene a resumir lo que intento con mis “reflexiones en alto”. Un abrazo grande! 🙂
Has instalado un nuevo interrogante en mi mente…y eso es bueno, porque nunca había enfrentado a «mis miedos», desde ésta nueva visión.
Soy mamá, y aunque siempre creí ser una librepensadora, cuando mi hija de 16 años confirmó sin palabras, lo que yo percibía y no quería reconocer….me paralicé de terror y no supe que hacer ni sentir….
Hoy estamos avanzando, y aprendiendo a comunicarnos desde el amor y la «no pelea».
No puedo rotularla como LESBIANA…ella, todavía ni puede decir esa palabra en voz alta (y creo que yo tampoco…)
Qué difícil que me resulta!!!
Te encontré a través de Amaya; soy una fiel seguidora de sus blogs y trabajos en educación especial.
Gracias,
desde Argentina, un fuerte abrazo!!!