El pasado viernes se celebró en Algarabía (la asociación LGTB de Tenerife) una charla con Ana García, la Coordinadora de Políticas Lésbicas de la Federación Española LGTB. Que se avecinan oleajes y marejadas está a la orden del día. Por ello se comentó la prioridad que supone la visibilización para combatir la discriminación. Desde hace tiempo venimos remarcando la falta de referentes entre las lesbianas. Así nació Mujeres del siglo XX en la revista lésbica online MíraLES y Desconocidas y Fascinantes en InOutRadio. Las lesbianas necesitamos referentes en la historia y desde estos medios rescatamos las cientos de lesbianas que han pasado por ella y la han constituido. Pero en la actualidad tenemos muy pocos referentes. Y, tal y como se presenta esta nueva era sociopolítica, se hacen necesarios e imprescindibles. Las nuevas generaciones necesitan vernos a nosotras, mujeres lesbianas visibles y orgullosas, vivir sin miedos.

Es indignante  seguir oyendo a estas alturas cómo se nos veja, menosprecia y maltrata a las mujeres y, en especial, a las mujeres lesbianas. Hastiadas de la iglesia y de comentarios como los del arzobispo de Tarragona,  Pujol Barcells. Asqueadas de sus fans. A ver cuándo se enteran de que somos mujeres y llevamos los pantalones y las faldas en nuestra casa, según nos dé; llevamos la economía de nuestro hogar; nos masturbamos; nos casamos con nuestra novia o no, según queramos. Cuándo dejará de incomodarles que follemos con otras mujeres o de que hagamos el amor con ellas, según el día y el ánimo. No faltamos el respeto a nadie, sólo nos adueñamos de nuestras vidas y tomamos nuestras propias decisiones como el resto de nuestros semejantes que han nacido hombres. Nos basamos en este derecho a elegir para decidir si abortar o no, cuando un embarazo se nos presenta en un momento inoportuno, cuando nos lo han impuesto, o cuando, simplemente, no queremos tener esa criatura; muchas de nosotras no damos de amamantar a nuesr@s hij@s porque no nos da la gana, y no dejamos de amarl@s por ello. Nos fecundamos para quedarnos embarazadas y nuestr@s hij@s biológic@s llevan los apellidos de las dos madres (biológica y adoptiva). Nada de lo dicho hasta ahora nos hace diferentes a los heterosexuales.

Las lesbianas no nos avergonzamos. Vamos por la calle de la mano con nuestras parejas y nos besamos en público con ellas: en la cola del banco; en medio del colegio, mientras espero a que llegue la maestra de nuestra hija a la cita que tenía con nosotras; en la sala de espera de la consulta; en el supermercado, mientras decidimos de qué sabor queremos los yogures; en el restaurante o en la cafetería tras una carcajada; por la calle cuando en un ataque de amor o ternura nos apretamos la cintura y y buscamos nuestra mirada cómplice … Sí, nos besamos en público allí donde surja, sin pararnos a pensar en nada más que en el amor que nos une y en lo afortunadas que somos de tener una familia tan maravillosa. Nuestro amor va inherente a nosotras. Nos resulta imposible dejarlo encerrado en casa. No podemos relegarlo a lo privado. Sale a la calle de nuestra mano y nos acompaña con el resto de sentimientos, principios y valores que nos conforman.

Es imprescindible que nos manifestemos en nuestro día a día. Es primordial que nos visibilicemos en nuestra vida cotidiana. No vale la frase «Es mi vida privada». Sí, precisamente por ello: lo personal es político. Y ahora más que nunca debemos tenerlo presente y hacer campaña política con nuestras vidas, con nuestra forma de ubicarnos en esta sociedad que intenta escondernos. Estamos huérfanas de referentes lésbicos, y las nuevas generaciones los necesitan. Las lesbianas que se encuentran en las esferas del poder deberían tener la responsabilidad social y moral de visibilizarse.

El PP ataca desde muchos frentes: la cultura, la salud, la educación. Comentábamos con Ana García que la visibilización es prioritaria y que a través de ella debemos reivindicar lo que se nos presenta como urgente: los derechos. Ni un paso atrás. Si dejamos de ser ciudadanos de primera, vamos a perder en dignidad y, por tanto, en calidad de vida.

Ya están atacando. Ya nos están acotando terreno, reduciendo espacios de actuación. Acaban de eliminar la asignatura de Educación para la Ciudadanía por una asignatura “libre de temas controvertidos y de adoctrinamiento ideológico”. ¿Nos están llamando “tema controvertido”? ¿Hablan ellos de “adoctrinamiento ideológico”? ¡Qué desfachatez! En un país que se supone laico, la religión está metida en las aulas de la enseñanza pública. Y, además, cuenta como asignatura a la hora de hallar la nota media o a la hora de contabilizar el número de materias suspendidas para pasar o no de curso. No así la asignatura de ATU (Atención Educativa), su alternativa.

Las cabezas pensantes mujeres molestamos al PP. Las mujeres autónomas e independientes, aquéllas con solvencia económica que viven libremente su sexualidad, fastidiamos a la iglesia. Tenemos que hacernos presente, ir soltando la militancia burocrática y de despacho a la que venimos acostumbradas en estos últimos años de vacas gordas y ocupar las calles de nuevo. Que se nos sienta. Ni un paso atrás.

Mientras no vea a mis alumnas  besarse en el patio o por los pasillos del instituto con la misma normalidad que sus compañer@s heterosexuales, seguiré visibilizándome y recordando cada día a la sociedad que soy lesbiana. Si no nos visibilizamos, no existimos.