Estoy cansada de oír, a estas alturas de la película, “Yo no soy feminista, porque estoy en contra del machismo y del feminismo”. Por favor, ¿seguimos con la misma cantinela? Al principio me daba vergüenza, pero hoy por hoy la comparación me produce pavor.

A quienes son tan adictas y adictos a la RAE, les dejo aquí la definición que dicha institución hace de estos términos en su diccionario:

Machismo: 1. m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.

Feminismo: 1. m. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres. 2. m. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.

Aclarado esto – que parece que no todo el mundo tiene claro-, creo que sobra decir que la humanidad entera debería ser feminista: mujeres y hombres deberían tener el deber moral de autoproclamarse feministas. Yo no digo que todos tengan el deber moral de luchar activamente por el feminismo, no; pero sí de estar totalmente a favor de que se nos conceda a nosotras, las mujeres, las mismas capacidades y los mismos derechos reservados antes a los hombres.

Y aquí quería yo llegar. Porque la misma RAE se contradice en su ilustrísimo diccionario. Y que conste aquí que yo soy una mujer feminista que siempre se ha guiado por el DRAE al escribir. El DRAE ha sido para mí un diccionario al que le he conferido mi máxima credibilidad. Sí, hasta ahora ha sido así. Difiero de la Academia en el uso del lenguaje sexista – no cabe la menor duda-, pero considero una necesidad (para quienes escribimos) unificar criterios y acepciones en pro del buen escribir.

Y es por ello que considero indignante el circo al que les voy a invitar ahora mismo. O tal vez todo se explique a través de las palabras que el señor Víctor García de la Concha (actual director del Instituto Cervantes) dijera cuando aún era Director de la RAE: “La Academia no pretende ser ni machista ni feminista”. Pues dígame usted dónde se sitúa la Academia, si no está ni en un bando ni en otro.

¿Aquí tal vez? Veamos…

–          Huérfano: 1. adj. Dicho de una persona de menor edad: A quien se le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre.

Uff, pues qué faena. En cuanto me enteré corrí a llamar a una amiga que acababa de perder a su madre para decirle que dejara ya de llorar tanto y que no se preocupara, que mientras su padre viviera no era tan huérfana. Un poco sí, pero no mucho. Obviamente me colgó el teléfono enfadada. Creo que no lo entendió muy bien. Decidí entonces enviarle por mail la definición del DRAE. A mí normalmente me funciona: cuando no entiendo algo, lo busco en el diccionario. No sé el final de la historia. Nunca más he vuelto a saber de ella.

–          Gozar: 1. tr. Tener y poseer algo útil y agradable. Gozar de sus riquezas. 2. tr. Tener gusto, complacencia y alegría de algo. U. t. c. prnl. 3. tr. Conocer carnalmente a una mujer.

Bueno, aquí yo podría incluso dar la razón a la Academia, pues lo cierto es que a mí, como lesbiana, el verbo “gozar” me evoca, entre muchas cosas, a la mujer. Si no fuera por el carácter terriblemente machista de la acepción, podría incluso esbozar una sonrisa cómplice. Pero no es el caso, por desgracia.

–          Jueza: 1. f. Mujer que desempeña el cargo de juez. 2. f. coloq. p. us. Mujer del juez.

–          Alcaldesa: 1. f. Mujer que ejerce el cargo de alcalde. 2. f. coloq. Mujer del alcalde.

¿Mujer del juez? ¿Mujer del alcalde? Ni coloquialmente, ni de broma. No hace ninguna gracia, fíjese usted, Sra. RAE. Y prefiero no pensar en qué contextos pudiera usted utilizar coloquialmente cualesquiera de estas dos expresiones.

–          Babosear: babosear. (De baboso). 1. tr. Llenar o rociar de babas. 2. tr. coloq. Ur. humillar (‖ herir la dignidad). 3. intr. coloq. Obsequiar a una mujer con exceso.

Me pregunto: ¿La 3ª acepción es un ejemplo de la 2ª? Pareciera, ¿no?

–          Afeminar: Hacer que un hombre pierda la energía atribuida a su condición varonil; inclinarle a que en sus modales y acciones o en el adorno de su persona se parezca a las mujeres.

–          Masculinizar: 1. tr. Dar presencia o carácter masculinos a algo o a alguien. Determinadas modas actuales masculinizan a la mujer. 2. prnl. Adquirir caracteres masculinos.

Lo cierto es que daría para una tesis las posturas desde las que se han definido uno y otro verbo. “Afeminar” parece casi un insulto. No pasen por alto el ejemplo de “masculinizar” y fíjense que con “afeminar” no se atreven a poner ejemplo. ¿Queda lo suficientemente claro en la definición o supone una vergüenza? Ya sé que me van a responder que, obviamente, es por el primer motivo. En ese caso, ¿es necesario el ejemplo de “masculinizar”? ¿No se les ocurría otro?

–          Ventanero / -a: 1. adj. Dicho de un hombre: Que mira con descaro a las ventanas en que hay mujeres. U. t. c. s. 2. adj. Dicho de una mujer ociosa: Muy aficionada a asomarse a la ventana para ver y ser vista. U. t. c. s. 3. m. Fabricante de ventanas.

Estarán de acuerdo conmigo en que aquí sobran los comentarios, ¿verdad?

¿Apuesta la RAE por la igualdad entre hombres y mujeres? Pues, tristemente, esto es solo una pequeña muestra de las muchísimas entradas denigrantes hacia la mujer con que cuenta el DRAE. Ahora les toca a ustedes juzgar personalmente.

Hace un par de días cayó en mis manos un interesante artículo de Pilar López Díez que les enlazo aquí. Fue ese artículo el detonante del mío. Creo, considero, opino que el primer paso para avanzar podría ser el de incluir en el diccionario el verbo empatizar. Asimilar este concepto podría ser un buen comienzo.