Me pregunto cómo somos las lesbianas, si tenemos características o comportamientos comunes o nada tenemos que ver las unas con las otras; si nos gustan las etiquetas o nos incomodan que nos encasillen; si nos diferenciamos de algo de las heterosexuales o si acaso no hay más diferencia que el género de la persona con la que convivimos; si… 

¡¡Les propongo que un juego: yo les cuento mi opinión y ustedes, mujeres, me dejan la suya en los comentarios!! Necesito saber la orientación sexual de quien habla, pueden ser comentarios en anónimo. Y a ver qué sale. Aquí va mi retrato de las lesbianas hecho a lo loco y sin fundamento de base, solo mi percepción. Díganme qué percepción tienen ustedes!! La mía es… 

Je me demande comment nous sommes, nous les lesbiennes: si l’on a des caractéristiques ou des comportements collectifs et spécifiques ou bien si on n’a rien à voir les unes avec les autres; si l’on aime les étiquettes ou cela nous gêne d’être classées; si l’on a des différences par rapport aux femmes hétérosexuelles ou bien il n’y a qu’une différence, celle du genre de la personne avec qui on habite et on couche; si…

Ah, et ce qui m’intéresse aussi est si l’on a besoin de lieux communs, d’endroits pour les lesbiennes ou bien d’évenements spécifiques faits pour nous. Lesquels?? Permettez-vous d’en rêver!

Je vous propose un jeu: moi, je vous raconte mon opinion par rapport à tout cela et vous, les filles, vous me laissez la vôtre en commentaires du post sur mon blog!! J’aurais besoin de savoir votre orientation sexuelle et votre âge. Il peut y avoir des commentaires anonymes (comme vous voulez). Et à la fin, on verra ce qu’il se passera! Voilà mon portrait des lesbiennes. Je l’ai rédigé à la légère, sans trop y réfléchir, juste ce qui me venait à la tête ou au coeur d’après mon expérience personnelle.  Juste ma perception. Racontez-moi la vôtre!! La mienne est…

Las lesbianas somos mujeres que deseamos y amamos a otras mujeres, somos mujeres construidas dentro del patriarcado que nos absorbe, pero al que un día decidimos darle con la puerta en las narices y enfrentarnos a él, retarlo; mujeres, por tanto, posicionadas, si no todas desde el feminismo, sí desde la justicia social (primero por ser mujeres y después por nuestra identidad lésbica); mujeres que tenemos claro que la independencia respecto al varón va más allá del deseo sexual, ya que comprende todo los estamentos de la vida (profesional, social, político, afectivo), por lo tanto nos hemos hecho a nosotras mismas independientes (tengamos o no, estudios y carreras profesionales). También hemos potenciado la creatividad y, por tanto, somos capaces de apostar por una estética diferente a la normativa. Las lesbianas somos grandes luchadoras, situadas siempre en los márgenes, dentro y fuera del discurso heteronormativo, dentro y fuera del discurso neoliberal, dentro y fuera del discurso amoroso… Pero, precisamente, ese estar tan alejada del interior social hace que el mundo adquiera nuevas posibilidades y nuevos matices. Las lesbianas estamos en todas partes, aunque tristemente no somos siempre porque se empeñan en no dejarnos ser, lo que nos imprime a veces también cierta soledad y/o tristeza. Las lesbianas nos distinguimos por saber lidiar con la soledad, ya que ha sido fiel compañera de nuestras vidas en innumerables ocasiones y contextos. Asimismo, tenemos una capacidad de autocrítica mayor y un mayor conocimiento de nosotras mismas, una [mayor] conciencia de nuestra identidad, ya que nos la hemos tenido que cuestionar, replantear, e incluso defender. Las lesbianas somos el grito y el silencio, el enfrentamiento y la amistad, la rabia y la paz. Somos. 

Por lo general, valoramos mucho más la amistad y la familia elegida, ya que estamos acostumbradas a que, una vez salimos del armario y decidimos llevar una vida visible (sin mentiras ni escondites de emergencia), perdemos gente por el camino. Por eso seleccionamos bien la gente que nos quiere y la valoramos, ya que vivir con el rechazo como fantasma tiene como consecuencia que valores aún más a las personas que te hacen la vida más fácil, más alegre y más llevadera. El respeto cobra un valor especial en nuestras vidas. Y el cuidado y apoyo a las personas que queremos, también.

Somos especialistas en deconstruir las relaciones: experimentamos nuevas formas de relacionarnos con nuestra pareja, con las amistades, etc. A menos que sea un caso excepcional, tendemos a llevarnos bien con nuestras ex, a mantener la relación de amistad con ellas a posteriori y a integrarlas en nuestras familias elegidas. Y así, convivimos con nuestras ex, con las ex de nuestra pareja (que a veces pueden coincidir), con las de nuestras amigas…

Sin embargo, para aquellas lesbianas que no se han deconstruido en lo que al amor romántico respecta, al juntarse “dos mochilas rosas” (dos personas educadas según los roles de género en que nos educan a las chicas para ser mujeres en esta sociedad), son frecuentes entonces las relaciones con una carga mucho más afectiva, relaciones más interdependientes…y de ahí vienen luego los famosos bollodramas. Esta educación sentimental que damos al género femenino –a través de la cual nos enseñan que el amor es el centro de nuestras vidas y que cuando encontremos a nuestra media naranja seremos felices– hace que las lesbianas que no han tenido la oportunidad de reconstruirse esta parte del amor romántico, sean más enamoradizas, y se lleven el camión de mudanza a la segunda cita.  

Las relaciones sexuales son mucho más satisfactorias ya que, al conocer nuestros cuerpos, conocemos mejor el cuerpo de otras mujeres, y porque nos preocupamos por el placer de la otra persona. Seguramente la educación patriarcal influya en esto, ya que son conductas que nos enseñan para las futuras relaciones con los hombres; en cualquier caso, adquirir esas conductas y aplicarlas luego entre mujeres tiene su lado positivo y placentero. Tendemos a experimentar más en la cama (juguetes eróticos) y a intercambiar roles con más facilidad. 

En cuanto a nuestros hábitos de consumo, las lesbianas no salimos tanto como querríamos porque no nos ofrecen lo que buscamos. Nos empeñamos en copiar a los gays, en imitar su ocio y reproducir sus espacios de recreo, pero no funcionamos igual que ellos. Está demostrado por la cantidad de negocios que se ven obligados a cerrar sus puertas y a aceptar el fracaso que supone «un intento de imitación gay para lesbianas». 

Sí nos gusta salir y sí estamos dispuestas a gastar, pero no sabemos en qué, más allá del cine o el picoteo. Somos mucho más noveleras que las heterosexuales en la edad adulta, no perdemos las ganas de reír y compartir. Tal vez la heterosexuales tampoco pierden esas ganas, pero la diferencia entre las lesbianas con hijxs y las heterosexuales con hijxs, es que las lesbianas buscamos a toda costa ese espacio, aunque ello suponga que una salga y la otra no. Es más común ver que se van turnando porque entienden que forma parte de la salud mental el disponer de tiempo para sí. 

A la hora de tener hijxs, negociamos qué apellidos poner primero, cómo llamará a una y a otra madre, luchamos por que nuestras respectivas familias sientan a la nieta o nieto como parte de ella. Las lesbianas feministas luchan por educar criaturas igualitarias, por aportar en esta sociedad ciudadanxs empáticos con la diversidad. Y lo consiguen. Estas criaturas tienen un buen aprendizaje en casa, en donde, además, suele haber una verdadera cooperación a la hora de ocuparse de los asuntos del hogar. Las lesbianas construimos relaciones mucho más igualitarias (dependerá del grado de feminismo que se tenga) en las que, si hay descendencia, existe una verdadera corresponsabilidad.

Las lesbianas somos más viajeras que las heterosexuales, tenemos más curiosidad por descubrir culturas y costumbres nuevas, por descubrir sabores distintos en comidas exóticas. Somos más gozadoras de la comida y el buen vino (o la buena cerveza). Consumimos mucho en restaurantes, cervecerías y vinotecas. Somos también más viciosas (es lo que tiene ser tan gozadoras) y, por tanto, mayores consumidoras de todo lo relativo al disfrute: juguetes eróticos, alcohol, drogas, tabaco…

El hecho de convivir con una doble discriminación (por mujeres y por lesbianas) y estar atravesadas por esa interseccionalidad (que va en aumento según sumemos otras particularidades como el nivel económico, clase social, edad, etnia, ser cis o trans, etc.), tenemos más conciencia social y más empatía por el/la otro/a. Solemos sentir atracción por los -ismos en general: comunismo, socialismo, feminismo, ecologismo, ecofeminismo, veganismo, vegetarianismo, animalismo… Somos amantes de los animales, de las mascotas, de la naturaleza, de lo ecológico, de las plantas… Paradójicamente a lo anteriormente dicho sobre el consumo de drogas y alcohool, también nos cuidamos más y nos preocupamos mucho más por llevar una alimentación sana. Debe ser que nos encanta purgarnos y limpiarnos: primero el exceso; luego, la cura y sanación. El punto de inflexión está en que, por un lado, nos encanta la vida social, y, por otro, nos encanta cuidarnos el cuerpo. Las más puristas no incluyen los excesos en sus vidas. Nos encanta tener nuestro propio huerto –aunque sea de ciudad o incluso en nuestros apartamentos– y practicamos deportes colectivos o de pareja: pádel, senderismo, escalada, baloncesto… Pero, ¡ojo!, “cuidar nuestro cuerpo” no significa adornarlo con maquillajes, peluquerías semanales o pedicuras y manicuras quincenales; “cuidar nuestro cuerpo” tiene que ver con el interior, no con el aspecto exterior.

Las lesbianas son mucho más espirituales que las hetero: se mueven mucho en la búsqueda espiritual y prueban y curiosean varias filosofías de vida hasta dar con la suya: yoga, reiki, taichi, budismo, constelaciones, chakras, metafísica y “lamadreencoche”… Sin embargo, huyen de la religión católica, frente a la que se sienten profundamente decepcionadas. 

Consumimos mucha más cultura. Nos encanta la prensa especializada en nosotras (revistas, periódicos, televisión…). Consumimos más productos hechos por mujeres: cine, teatro, libros, revistas… Si, además, estos productos van dirigidos a lesbianas o tienen como protagonistas o personajes secundarios mujeres lesbianas, el consumo aumenta, porque raro será la lesbiana que falte a la cita. Somos muy fieles (en general, mucho más que los gays, y esto es debido también a la educación sexista), así que los productos dirigidos y pensados exclusivamente para nosotras son consumidos. Y somos muy fieles a las empresas gayfriendly: cuidamos el bienestar en los sitios a los que vamos y nos gusta la seguridad que nos aporta la idea de poder ser una misma sin mayores problemas. 

Tenemos mucha iniciativa para crear y organizar, tanto en el terreno privado (hogar y familia, trabajo personal, tiempo libre personal, etc.) como en el público (trabajo, amistades, compromisos sociales…). La fotografía es un mundo que suele gustar mucho a las lesbianas, tal vez por nuestra necesidad de crear historias en las que seamos personajes principales, o bien por nuestro espíritu nostálgico y melancólico: nos encanta recordar, evocar, retener… Y la fotografía se presta mucho a ello.

Nos hace muy feliz poseer un carné que nos haga sentir pertenecientes a un grupo. Las lesbianas coleccionamos carnés con foto que nos abran las puertas a clubes y grupos privilegiados. Y nos encanta poder invitar a lxs amigxs a nuestro club y que nos den puntos, que coleccionamos encantadas para luego poder canjearlos por regalos sorpresas. Nos encantan las sorpresas y los regalos. Somos muy gozadoras del aquí y ahora, aunque luego nos encante crear álbumes para recordar. Es nuestra vena melancólico-fotográfica.